Nueva visión de la venta de niñas en la montaña
Josefina Aguilar Pastor
Chilpancingo. Guerrero, marzo de 2022.- El desconocimiento de la cosmovisión de los pueblos indígenas, genera rechazo por parte de las sociedades y la misma autoridad, al referirse a los llamados matrimonios forzados, en tanto que la pobreza y la violencia estructural institucional, generan más violencia en contra de las mujeres y las niñas, señalan activistas indígenas.
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“El contar con un marco jurídico y leyes
vanguardistas, no ha sido suficiente”, subrayó la representante, para prevenir,
atenuar y atender la violencia de todos los tipos que viven las niñas y las
mujeres en esta región que en su contexto comunitario se entiende como un asunto
privado.
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A pesar de ser importante aportación en el hogar
con jornadas de 16 a 18 horas de actividad en el trabajo doméstico en el
cultivo de la tierra comercialización y elaboración de artesanías, prevalece
roles de género que las ubican como cuidadoras del hogar y sus familias
controladas primero por sus padres y hermanos y después por sus esposos y
parejas e incluso por los padres de estos.
Su acceso a la justicia y la salud, continúa
siendo precaria y aunque participan ya en trabajos remunerados, como jornaleras
empeladas del hogar o el comercio informal, no se valora su aporte, es
indudable que los usos y costumbres de la zona, crueles y degradantes que las
mantienen en la marginación y exclusión social, bajo roles y estereotipos, así
como la desatención, falta de credibilidad y revictimización por parte de las
autoridades cuando acuden a ellas en demanda de justicia, sigue siendo un
obstáculo para el desarrollo personal familiar y comunitario de las mujeres de
la montaña.
Martha Ramírez Galeana, directora del Centro
Coordinador de Pueblos Indígenas de la Montaña, afirmó que no todo en las
comunidades es malo, acusan a los pueblos tu’un savi de vender a las niñas, de
que los pueblos me’phaa, hacen eso con las niñas pero no voltean a ver todo lo que
tienen que enfrentar “y no quiere decir que lo justifiquemos, nada es
justificable cuando hay un hecho violatorio a los derechos de una mujer pero
también entender los contextos de manera integral es forma de entender la
interculturalidad, su visión no es misma manera que nosotros los pueblos
indígenas”.
Y agregó “la interculturalidad no es así, la
perspectiva de género no es así, desde nuestras comunidades, tampoco podemos
caer en que todo es malo e nuestras comunidades, que los hombres son malos, que
las mujeres son malas, no, porque existe una cosmovisión del equilibrio, de que
tan importante somos las mujeres y los hombres en nuestro equilibrio (…) como
las mujeres si podemos participar en algunas prácticas rituales y el algunas
no, y no porque se nos niegue, sino porque existe toda una cosmovisión del tol
tan importante que traemos las mujeres en nuestro vientre”.
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Felicitas Martínez Solano, primera mujer
coordinadora de la Coordinadora regional de Autoridades Comunitarias Policía -
Comunitaria (CRAC-PC), y actual senadora suplente por Morena; reprochó que
varias de las convocantes y participantes del conversatorio, han fungido como
diputadas o senadoras, y prácticamente no han hecho nada realmente por las
mujeres, ñas niñas, las comunidades.
Como ejemplo señaló el caso del municipio de
Metlátonoc, que por años se ha dicho que es el más pobre de Latinoamérica, “y
no pasamos de eso”.
Admitió que este tema –matrimonios forzados, es
muy complejo, y que le ha costado mucho aceptarlo. Rechazó Luego, que se llame
matrimonios forzados a los usos y costumbres de sus comunidades.
“A mí el termino no me gusta. Ha habido varios
comentarios buenos malos como que los pueblos indígenas somos salvajes, que
criminalizamos a la comunidad, pero todo este caso que ha pasado, pero no
sabemos el contexto en que vive la comunidad”, recalcó.
Refirió que en el caso de los matrimonios, el
embajador, va hasta tres veces a la casa de la muchacha, y si ella acepta, se
casan, sino no, “su decisión es respetada; esos son los procesos en los
pueblos; van de respeto”.
Aunque reconoció que en caso de rechazó, si piden
paguen lo que gastaron en el proceso de pedimento.
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